Críticas

R. de Marcos Sanz

Pocas veces se tiene la ocasión de asistir a una exposición y no sentirse uno mareado ante un mundo de connotaciones, de símbolos rebuscados, de agresividad latente, de la marabunta social. La tragedia y la ira parecen estar siempre presentes, y es lógico que la mayoría de los artistas actuales no inventen la sociedad ideal, sino se limiten a reflejar la que les ha tocado vivir. Pero no es menos cierto que junto a este lado lamentable de nuestro mundo, coexiste un mundo llano, sencillo, relajante, pacífico, que juega un papel vital y es pilar firme que ayuda a sobrellevar las "calamidades" de nuestra era.

Por eso, asistir con Soler-miret, entrever ese mundo bajo su dirección, significa ya por si mismo un atractivo acto de meditación y dulzura, tras el cual uno sale reconfortado. Sus dibujos son como un impacto de sosiego, de maestría en cada línea, volcados en la recuperación de momentos pretéritos, de objetos que en su mano adquieren pacífica perfección. Esa obsesión suya por las caracolas - una de las realizaciones mas bellas de la naturaleza - demuestran una sensibilidad muy acusada, que él transmite y deja al desnudo en cada dibujo.

  • GUIA DEL OCIO, nº 93
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  • Oct-1977